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CAPÍTULO 1- La Primera Alma

"Lo siento, pero no puedo seguir contigo, es demasiado para mi."


"Ojalá hubieras muerto ese día, sin duda mi vida hubiera sido mejor."


"¡TE HARÉ PAGAR! ¡¿ME OYES?! ¡VAS A DESEAR NO HABER NACIDO!"





Él flotaba en un immenso vacío hecho de sus arrepentimientos frustrados, no sentía sus extremidades, y en ese gran espacio se sentía pequeño, nulo, solo. Oía un fuerte zumbido en sus oídos, uno que le arrancaba el poco subconsciente que le quedaba. Él seguía immóbil, su cuerpo que cada vez iba transformándose en humo se iba uniendo con el vacío.


Constantemente notaba como ráfagas de viento chocaban con él de todos los puntos; arriba, abajo, derecha, izquierda... El viento venía por todas partes y él era como un imán, pues aunque no lo sintiese, podía escuchar el fuerte ruido del viento acumularse alrededor de su cuerpo distorsionado.


¿Dónde estaba? No se acordaba, no se acordaba de nada. Ni de quién era, ni de cómo se llamaba, ni de qué era. Solo sabía que estaba en un lugar muy oscuro y que hacía mucho frío en su corazón. A él no le gustaba el frío, pero se acostumbró rápido a esa sensación.


De repente un punto de luz apareció en medio de la oscuridad, una singularidad en ese desierto. De los átomos se materializaron dos mujeres; altas, morenas, con un voluminoso cabello y unos rasgos faciales delicados como dos ángeles. Las dos mujeres se miraron y compartieron una sonrisa, aunque las dos estaban sintiendo cosas distintas.


La mujer del cabello verde chasqueó sus dedos e inmediatamente toda la oscuridad de la alma se dispersó y su cuerpo volvió a su estado sólido de un respingo.





—Encantadas de conocerte, David.


Dijo la otra mujer, una de cabello rojizo como una cereza. El adolescente empezó a toser humo negro, se le notaba en la forma que tosía que estaba recuperando el aire que había perdido. Se agarró la cabeza con las manos, le dolía muchísimo y sentía mucho frío, no sabía dónde estaba, pero empezaba a recordar algunas cosas menos el cómo llego hasta ahí.


—Mi cabeza... me duele... ¿dónde... estoy?...


—Estamos en el limbo. No te preocupes, es normal que sientas dolor al principio. Te daremos un par de segundos para que te acostumbres.


Y los segundos se volvieron minutos hasta que porfin David se sintió con la fuerza de volver a hablar. A este punto ya se acordaba de cosas básicas como su nombre, su edad, de dónde venía... Lo básico, pero algo que le hacía sentir una cierta incomodidad era el hecho de que no recordaba a nadie más. Cuando trataba de rebuscar en su memória para ubicar a alguien, solo podía visualizar manchas borrosas substituyendo las caras, o diálogos aleatorios que no concordaban.


—¿Dónde estoy? ¿Quiénes sois?


—Tranquilo. Paso a paso. Soy Esperanza.


—A mi puedes llamarme K.


—Somos Diosas, David. Seres intangibles que somos creadas a partir de los sentimientos y creencias de la humanidad. Somos mitos, leyendas, reglas... Somos todo lo que crees que somos, pero nos mostramos con una apariencia sólida para que tus ojos mortales puedan percibirnos.


Prosiguió Esperanza. David solo se quedó mirándolas, ahora con los brazos entrelazados y las manos en sus hombros. Tenían que estar de coña, esto no podía ser real. Se sentía como un sueño lúcido, pero a la vez tan real...

—¿Me estáis vacilando, no? Eso no es físicamente posible.


—Escucha, David-


—¡Para ya! ¡¿cómo sabes mi nombre?! ¡No recuerdo nada!-

—¡David! -K lo detuvo immediatamente con serenidad, pero luego su voz volvió a tener un tono más tranquilizador.- Escucha, estás en el limbo. Sufriste un accidente y te encuentras en la fina capa de la vida y la muerte. Te hemos estudiado y tu alma está podrida y llena de heridas, Martínez, pero nosotras te  podemos proponer algo. ¿Quieres escuchar?


Un accidente. ¿Qué accidente? Él nunca había sufrido ningún accidente, más que nada porque no se acuerda, pero si fuese algo importante estaría seguro de que se acordaría. Si fuese algo importante como su nombre o de dónde viene, cosas sobre su identidad, entonces se acordaría. ¿Pero entonces por qué? ¿Por qué sentía que lo más importante no estaba en sus recuerdos? Él quería recordar. Quería recordar el por qué estaba ahí, quién es y quién había sido, quería recordar su vida, asíque les siguió el juego.


—Continúa.


—Ahora mismo tu cuerpo real está en la Tierra, pero tu subconsciente y tu alma están aquí. No dispones de mucho tiempo, pero si colaboras puede que sí. -Habló Esperanza con una sonrisa, y de su mano se materializó un bonito accesorio dorado y de forma rendonda, con 8 gemas de diferentes colores. Desprendía un aura mágica y potente, y los ojos de David se quedaron fijados en ese artilujio.





—Este es el Collar de la Segunda Oportunidad, un artefacto creado para almas como tu, para ayudarlas con su misión. El usuario que lleve esta joya NUNCA ha de quitársela bajo ninguna circumstancia ya que es la llave que conecta su alma con el limbo de donde provienen. No puede romperse la conexión.


La explicación la terminó de narrar K, la cual estaba a la derecha de Esperanza. Sus ojos rubí brillaban con el reflectar de las auroras del limbo y eso le daba una aura mágica a la Diosa. David miraba pensativo, el collar mágico enfrente de él. Recapituló para tener un breve resumen sobre lo que supuestamente estaba pasando; Ha sufrido un accidente, está en una especie de limbo y estas dos Diosas quieren proponerle una manera para salvarlo que requiere la participación de este collar... ¿qué?

—¿Me estás diciendo que me he muerto? ¿YO?


—No estás muerto. Almenos por ahora -Esperanza habló con su sonrisa mientras que se planchaba su falda verde.- Si aceptas ponerte este collar, serás sometido a una misión, si la completas, volverás a vivir. Si no, te quedarás en el limbo por el resto de tu existencia. ¿Qué me dices, David?


No lo pensó mucho, aunque esto fuera un sueño, quedarse para siempre en este sitio oscuro sería mil veces peor que ver dónde le llevan ellas. A pesar de que no se las tomaba muy enserio, les hizo una pequeña reverencia y tomó el collar con las dos manos para luego ponérselo alrededor del cuello. Justo en ese momento, los ojos del chico se aclararon, volviendo a tener color en sus iris y a la vez las gemas del collar desaparecieron, quedando solo el contorno dorado con la forma de las gemas. Esperanza le sonrió al muchacho, K no tanto. David las miró con anticipación.


—¿Me decís cuál es la misión ya o qué?


—Eso lo tendrás que descubrir tú. Recuerda; El destino de tu aventura depende de ti. Buena suerte, Martínez, la necesitarás.



Los ojos de David se se abrieron con desconcierto y irritación tras escuchar la respuesta de K y no recibir la respuesta que estaba buscando. Antes de que pudiera quejarse de la poca información que le habían dado, K chasqueó los dedos y David cerró los ojos con fuerza por el brillo que había inundado su entorno de repente. Cuando los abrió, dió un grito al darse cuenta de que estaba cayendo a gran velocidad hacia un mar de color amarillo transparente.





Esperanza y K miraron como el cuerpo del adolescente caía en picado hacia el agua mientras que ellas flotaban en el mismo sitio donde estaban antes. K no le quitaba los ojos de encima.


—Ay, no seas tan mala con él, K. ¿No podrías habernos materializado en el suelo y no en medio del aire? -Dijo la mujer de ojos esmeralda mientras se giraba hacia su compañera peliroja.


—Sabes que es mi trabajo, Anzy. -Respondió K, Esperanza puso los ojos en blanco con una sonrisa por el apodo pasteloso de su amiga.- Deberías ayudarlo antes de que se estrelle contra el mar. Por cierto, ¡bienvenido a Las Tierras de Unn, Martínez!


Esperanza gritó al recordarlo, se olvidó por completo de él. Se sintió muy avergonzada por su error y rápidamente extendió su brazo en dirección a David que estaba a punto de chocar contra la fina capa de agua. Rápidamente el adolescente se detuvo en medio del aire gracias a la telequinesis de Esperanza.


—¡¿Estás bien, David?! -Preguntó la Diosa, el adolescente no respondió, seguía en shock y aturdido. Esperanza transportó a David hacia la orilla lentamente y cuando estuvo encima de la arena, dejó de mantenerlo con la telequinesis y este cayó encima de la arena amarilla pastel. Miró a su alrededor y pudo observar que estaba en la orilla del mar y en la entrada de un bosque, pero lo que más le llamaba la atención era de que todo era de diferentes tonos amarillos.


Se levantó y dió un salto tras ver a las dos Diosas aparecer detrás de él, frunció el ceño y caminó hacia Esperanza, enfadado.


—¡¿Pero se puede saber de qué cojones va esto?! Osea, aparte de que no me decís de qué va la puta misión esa, ¿me dejáis caer hacia el mar? ¡¿Pero de qué vas, chavala?!





—Tranquilo, tranquilo -Trató de tranquilizarle tras ponerle una mano encima del hombro. Ese contacto causó que David automáticamente alzase su mano para pegarle, pero antes de que pudiera hacerle nada, los ojos heterocromáticos del adolescente brillaron con una aura verde y se calmó al instante. K lo notó, pero no dijo nada.- ¿Qué te parece si entramos los tres en el bosque?


—Sí... Vale.


(...)

Ya había pasado una hora desde que llegaron a ese lugar, durante los primeros 10 minutos los tres estubieron en silencio, David caminaba y las Diosas lo seguían.


— ¿Por qué me seguís? Ni que fuéseis mis niñeras personales, ¿qué soy, un crío?


—David, estás en un planeta completamente diferente a la Tierra, obviamente K y yo vamos a estar contigo para asegurarnos de que nada malo te vaya a pasar. Venga, sigue caminando, seguro que encuentras algo dentro de poco.


Y ese "dentro de poco" resultó ser un tiempo de 3 horas. Ese bosque parecía eterno con esos árboles gruesos y iregulares que se alzaban hacia las nubes, unos más que otros. La hierba era gruesa y en algunas partes les llegaba hasta por la cintura de K, siendo ella la más alta. David se fijó en algo en todo el tiempo que llevaba ahí; todo estaba hecho de cristal o vidrio, pero no uno corriente, sinó uno muy duro, mágico y opaco. Solo se filtraban rayos de luz a través de las ojas cristalinas de las copas de los árboles y eso reflectía una atmósfera amarillenta por todo el terreno, a la vez que el aire era como muy fuerte.


David quería volver a su casa, estaba seguro de que alguien le estaba esperando, estaba seguro de que sus familiares y amigos se estaban preguntando el por qué se estaba tomando una siesta tan larga, ya que todavía tenía la teoria de que esto era solo un simple sueño. Igualmente, esta situación le servía de escape para no pensar en su pérdida de memoria. No obstante, no paraba de quejarse y eso a K le ponía negra, asíque hubo un momento donde ya no pudo aguantar más sus constantes quejas y le habló al muchacho con un tono firme pero amable.


—Martínez, escuchame bien. Necesitamos que te tomes esto enserio, ahora ya no hay vuelta atrás a no ser que quieras pasar el resto de tu existencia en el limbo o acabar muerto. No solo estás en una misión importante, sinó que estás en un planeta totalmente diferente y es hora de que te plantees qué hacer ahora.


—Y dale con la misión. -Protestó David.- ¡Ni me habéis dicho qué he de hacer!


—¡Te hemos dado una pista, pero como no escu-!


—Te dimos una pista antes, David. -Le explicó Esperanza mientras que ponía una mano en el hombro a K, calmándola.- ¿Ves los huecos del collar? Has de rellenarlos. Cuando los hayas rellenado todos, habrás cumplido tu misión y podrás volver a casa. Y nos dirás; ¿Pero cómo lo hago? Y nosotras te respondemos; David, el Collar te irá dando pistas, pero tampoco puedes esperar a que se haga todo por ti, has de poner de tu parte y salir de tu zona de comfort. ¿Vale?


David las miró a la dos y puso con ojos en blanco para después apartárlas de su camino de mala gana. Esperanza vió en el rostro de su amiga una mueca de frustración y antes de que K hiciera pagar a David por su mal comportamiento, ella corrió hacia él y lo agarró de la muñeca para luego decirle lo siguiente.


—No pierdas la esperanza, ¿de acuerdo, David? -De la palma de su mano emergió una ténue aura verde que se transmitió a los ojos del adolescente. K miró la escena en silencio, pero se sintió un poco molesta. Después de unos segundos, Esperanza le soltó la muñeca a David y este parecía mucho más calmado y sumiso.


—Tienes razón, voy a buscar por ahí a ver si encuentro algo interesante. Después de todo, el amarillo es un color que reclama atención.

Dijo él, para luego empezar a irse caminando poco a poco, como si fuera un zombie. Cuando el chico se alejó lo suficiente, K agarró a Esperanza por los brazos sin hacerle daño y la miró a los ojos mientras la hablaba con un tono que se inclinaba a la reclamación.





—Oye, te he visto usar tus poderes con él dos veces ya. No puedes hacer eso, Anzy, me lo prometiste. Me dijiste que si yo no podía usar mis poderes, tú tampoco ya que no podemos intervenir en su misión.-K hablaba con algo de frustración, pero su voz era suave ya que no le gustaba alzarle la voz a Esperanza, ella sabía que su compañera siempre tenía buenas intenciones, pero igualmente no le pareció justo. Esperanza le sonrió.


—Solo es un empujón, tranquila. No quiero que muera cuando solo llevamos un par de horas aquí, ¿entiendes? Prometo no volver a usar mis poderes si no es estrictamente necesario. Y en ese caso, tu también los podrás usar, por supuesto.


—Está bien. Perdoname.


—No pidas perdón, no has hecho nada malo.


Las dos terminaron compartiendo una tierna sonrisa y K la soltó. La peliroja miró en dirección por donde se había ido David y su rostro cambió drásticamente. Eso alertó a Esperanza e inmediatamente giró la cabeza para ver lo que había dejado a K tan asustada.


David no estaba por ninguna parte.

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